Hoy no soy más que una niña
a quien la vida ha mostrado su peor cara.
La vanidad, la ilusión del primer amor,
se desvanecen ante mis ojos,
fruto del desengaño
(un desengaño autoinducido).
Quien no se sabe capaz de amar,
quien no busca ser amado
no conoce el dolor de mi rechazo.
Un rechazo sutil, intuido,
que rompe todos los sueños e ilusiones.
Le amé y le soñé y le volví a amar.
me convencí a mí misma
de que él sería capaz de amarme.
Y aquí estoy, buscando una manera
de afrontar su indiferencia,
su frialdad,
con mi poesía.
Le amé, le amo, y le amaré para siempre.
Pero quizás ya es hora de olvidarle.
Siempre es buen momento para volver, aunque sea para plasmar las penas.
ResponderEliminarEl tiempo cura, también la música, pero ahora mismo poco es lo que consuela.
Y yo que pensaba que me iban a odiar porque lo poco que publico siempre es sensiblero a más no poder...
ResponderEliminarTengo la música muy presente, Javi. Y sí que consuela algo, aunque debo reconocer que comentarios como el tuyo son capaces de alegrarme la mañana :)
Decía el flaco:
ResponderEliminar"Lo peor del amor cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
(...)
Cuando al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos"
¿Quién sabe? ¿Han acabado ya los versos?
Yo siempre sigo amando a versos.....
Un saludo.
Daniel J. Rodríguez.