domingo, 27 de diciembre de 2009
And all I want for Xmas is you
domingo, 6 de diciembre de 2009
Sam y Keyra
Sam Reynolds se miró al espejo. Atractivo, guapo, moreno, sonrisa perfecta, ojos seductores y sin embargo una mirada infinitamente triste.
Keyra Smith miró por un instante su reflejo en el cristal del coche. Las gafas de sol oscuras, el pelo largo castaño desordenado por el viento, la boca mascando chicle, daban a su imagen el aspecto de dura que hacía que todos los chicos se giraran para mirarla.
Sam Reynolds era un chico tímido, abstraído, a quien la atracción que las chicas parecían sentir hacia él nada más le provocaban sonrojos. Todo sobresalientes, excelente en deportes, visitas casi diarias a la biblioteca y fines de semana encerrando en casa leyendo las aventuras de Sherlock, Crusoe, d’Artagnan o cualquier héroe literario que se le pusiera delante.
Keyra Smith era la líder de su grupo, siempre extrovertida, provocadora, seductora. Sonreía a los chicos que bajaban las gafas de sol al verla pasar. Raspaba el suficiente, pero su encanto personal le sobraba como para ganar un notable con un par de camisetas estrechas. Siempre había alguien dispuesto a ayudarla. Cada fin de semana, visitaba religiosamente la Fresh Coke, la discoteca de moda, donde bailaba hasta el éxtasis, junto a todos los chicos que la pretendían.
Sam Reynolds solo salía lo justo de su casa. Keyra Smith casi no la pisaba. El universo entero se encogió cuando ambos adolescentes se encontraron.
Sam ojeaba el nuevo libro que había comprado, una edición de bolsillo de Orgullo y Prejuicio. Keyra tarareaba la canción que sonaba a todo volumen en su iPod Touch, con los ojos cerrados.
Dos coches chocaron, una anciana se dislocó la cadera, un niño perdió su globo y el gato de la vecina del cuarto murió. Pero no importaba nada, porque Sam Reynolds y Keyra Smith acababan de mirarse a los ojos.