lunes, 15 de abril de 2013

Vultus fugit

Se llamaba Carmen y tenía fuego en los ojos. La adoré durante meses y la amé una noche. No volví a verla. Ni siquiera cuando salió de la cama. Ya no era ella. La inalcanzable, la que nunca había tenido. Después de esa noche se volvió un rostro común, desaparecieron sus ardientes ojos, se desvaneció su adorable cuerpo.

Le dije adiós a Carmen en un orgasmo atronador que la condenó, al mismo tiempo, al olvido y a la historia.