domingo, 27 de diciembre de 2009

And all I want for Xmas is you

Sonrió. Miró la nieve a su alrededor, pensando en la blancura que destilaba la Navidad. Blancura que contrastaba con la negrura de su corazón sangrante.

Torció por la esquina de la tienda de artículos de broma y comenzó a correr, hasta llegar al parque. Se recostó contra un árbol, sintiendo el frío suelo. Comenzó a llorar.

Su móvil sonó con una melodía que destilaba esperanza. Lo sacó del bolsillo y lo miró con odio. El aparato no podía sentir...

Decidió leer el mensaje. Nada podría hacerle daño. Le sorprendió ver que era de su hermana. Preguntaba por su ubicación. Le contestó simplemente que llegaría enseguida.

Se quedó mirando al vacío durante un tiempo que nunca pudo determinar. Pero cuando levantó la vista, él estaba allí.
-Perdona, ¿estás bien? Te estaba mirando desde allí...
-Sí, Sí... No te preocupes. Yo sólo...
-Eres la novia de Juan.
-Era- no pudo refrenar las lágrimas de sus ojos.
-Es eso, ¿no? El muy cabrón te ha dejado.- sonrió, incrédulo. Después la miró fijamente, extendiendo los brazos para ayudarla a incorporarse-. ¿Sabes? No debería alegrarme, pero... ¿Tienes que hacer algo en Nochevieja?
-No-sonrió ante la franqueza del muchacho.
-¿Qué te parece si quedamos aquí a las una y vamos a una fiesta? Así podré conocerte...
-A las una perfecto.
-Genial. Estaba deseando conocerte.
-¿En serio?
-¿Tu que crees?
Se acercó a ella y la besó levemente en los labios.
-Me llamo Fran. Y será mejor que te vayas, tu hermana estará preocupada... Nos vemos.
-Nos vemos-dijo dándose la vuelta, y caminando hacia su casa. Cuando llevaba diez metros andados, se dio la vuelta-. Me llamo Silvia.
-Lo sé.
Sonrió y se dio la vuelta de nuevo, feliz por haber recibido su regalo de Navidad.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Sam y Keyra

Sam Reynolds se miró al espejo. Atractivo, guapo, moreno, sonrisa perfecta, ojos seductores y sin embargo una mirada infinitamente triste.

Keyra Smith miró por un instante su reflejo en el cristal del coche. Las gafas de sol oscuras, el pelo largo castaño desordenado por el viento, la boca mascando chicle, daban a su imagen el aspecto de dura que hacía que todos los chicos se giraran para mirarla.

Sam Reynolds era un chico tímido, abstraído, a quien la atracción que las chicas parecían sentir hacia él nada más le provocaban sonrojos. Todo sobresalientes, excelente en deportes, visitas casi diarias a la biblioteca y fines de semana encerrando en casa leyendo las aventuras de Sherlock, Crusoe, d’Artagnan o cualquier héroe literario que se le pusiera delante.

Keyra Smith era la líder de su grupo, siempre extrovertida, provocadora, seductora. Sonreía a los chicos que bajaban las gafas de sol al verla pasar. Raspaba el suficiente, pero su encanto personal le sobraba como para ganar un notable con un par de camisetas estrechas. Siempre había alguien dispuesto a ayudarla. Cada fin de semana, visitaba religiosamente la Fresh Coke, la discoteca de moda, donde bailaba hasta el éxtasis, junto a todos los chicos que la pretendían.

Sam Reynolds solo salía lo justo de su casa. Keyra Smith casi no la pisaba. El universo entero se encogió cuando ambos adolescentes se encontraron.

Sam ojeaba el nuevo libro que había comprado, una edición de bolsillo de Orgullo y Prejuicio. Keyra tarareaba la canción que sonaba a todo volumen en su iPod Touch, con los ojos cerrados.

Dos coches chocaron, una anciana se dislocó la cadera, un niño perdió su globo y el gato de la vecina del cuarto murió. Pero no importaba nada, porque Sam Reynolds y Keyra Smith acababan de mirarse a los ojos.


El mundo entero desapareció en ese instante, y tan solo existía un cruce de miradas, la de los ojos azules de él con los castaños de ella. Ambos, parados en plena acera, se cuestionaban los principios que regían su existencia.


martes, 24 de noviembre de 2009

Entre tú y yo

-Le he perdido...
-¿Por qué dices eso?
-¿Por qué? Ni siquiera me mira. Sólo se fija en ella...
-No puedes pretender que sólo esté contigo.
-¿Es demasiado pedir que me hable de vez en cuando y que no sea de ella?

Amanda la miró tristemente. No podía recordar ningún momento en el que su hermana hubiera estado tan hundida. Tan infeliz.

-Se le pasará, Sara. Los enamoramientos se pasan pronto.
-Ojalá, Amanda. Ojalá.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Palabras vacías

-Llora. Sonríe. Canta. ¡Cállate!¿No eres capaz de obedecer?
Le miró, con lágrimas en los ojos.
-Ten piedad...-súplicó.
-¿Piedad? ¿Por qué no me pides que te haga la reina de Inglaterra?
-No me hagas esto...
-¿El qué? ¿Querrías que te besara, que te abrazara, que te consolara con amor?
-Prometiste que me amarías para siempre.
-No especifiqué que clase de amor sería, querida. Te amo... A mi manera.

Se quedó mirándola, mientras se preguntaba cómo sería llorar.



lunes, 12 de octubre de 2009

Me gustaría haber sido alguien (II)

"Me gustaría haber sido alguien", pensó. "Alguien capaz de ser consciente de sus actos. Alguien capaz de adivinar los verdaderos sentimientos de alguien..." Se quedó mirando al vacío un instante, acariciando sus rizos rubios, nerviosa. Recordó su sonrisa divertida, su mirada inteligente, su cuerpo atlético, sus ojos verdes, francos, su cabello moreno, su sonrisa divertida. La manera en la que la miraba, el modo en el que la trataba siempre, caballeroso, gentil, perfecto. Siempre fue su mejor amigo, su confidente, ¿por qué no admitir que también fue su gran amor? Y entonces, ¿por qué aceptó casarse con Sean? ¿Por qué se lo restregó en la cara, por qué no le dijo que no quería hacerlo, que sólo hacía caso a su padre? Ella no quería tener un marido famoso, ni lo había querido nunca. Pero su padre, su amado padre, la exhortó para casarse y tener una vida cómoda. Y ella había aceptado sacrificarse, porque no sabía el daño que le hacía a su amor, porque no sabía que él la amaba. "¡No estaba en el trato!", gimió para sí misma. "No es justo que él haya tenido que pagar por esto. No es justo que yo vaya a tener una vida fácil, mientras que él se ha sacrificado por mi causa." Suspiró, cerrando los ojos. Abrumada por su último pensamiento, abrió los brazos... Y se tiró al vacío, siguiendo los designios de su amado...





miércoles, 7 de octubre de 2009

No follow

Esto es un mensaje de la pagemaster de A bordo del Pilgrim, que conste.

Acabo de agregar el icono de No follow al blog. Eso quiere decir que cualquiera que me comente y deje un mensaje con su URL tendrá un puntito más para subir su pagerank. Si alguien quiere saber como funciona exactamente (yo no soy una gran informática), que cliquee sobre el icono, enlaza directamente con la pagina web de blogs con ñ, donde lo explican muy bien.

Y un llamamiento a todos los blogueros: seamos solidarios entre nosotros y quitad el no follow para que así podamos beneficiarnos todos.

Por cierto, yo estoy falta de confirmación...¬¬

Saludos,

Lelly Sand.

viernes, 2 de octubre de 2009

Hoy le he visto... por última vez.

Le prometí que volvería. Y aquí estoy. Es curioso, siempre pensé que Anabel le caía mal. No pensé que terminaría casado con ella. Tengo ganas de llorar. Llevo veinte años cultivando un amor que se torna ahora imposible. Juega feliz con sus hijos. El mayor se parece a él. ¡Está mirando a su mujer! Pero no la mira con amor, no como me miró a mí aquel día de mayo. Le susurra al oído un te quiero. Frío, desapasionado. No como aquel te quiero dolido, amargo, pero tan extremadamente dulce, ese te quiero con sabor a despedida, despedida forzada por el mismo amor. Si él me hubiera pedido que me quedara, lo hubiera hecho sin dudar, sin pensar en mi familia, en mis hermanas.

Se aleja, y floto hacia él, oculta en la espesura. Como ha cambiado. Está tan mayor... Más responsable. El acné ha desaparecido de su rostro, y lo sustituyen finas, e invisibles al ojo humano, arrugas. Pero tiene la misma sonrisa, la misma mirada. Le deseo como aquella vez hace veinte años. Pero como ha cambiado. Y yo... Me miro las manos, tensas y juveniles, como llevan siéndolo todo un siglo. Nunca pensamos en esa diferencia, Martín. Decidimos obviar el tamaño, el tema de las alas. Pero no pensamos que la vida de un hada es eterna...

Una pelota se dirige hacia donde estoy. ¿Casualidad o providencia? Martín se acerca a mí, riendo por la travesura de su hija pequeña. Se inclina hacia la pelota, antes de llegar, así que no me ve hasta que se levanta con la pelota en la mano. Se me quedó mirando, sorprendido y desconcertado. Tiene los mismos ojos...
-Rocío...-murmura.
Su hija corre hacia nosotros y yo me escondo.
-Papá, ¿vamos?
-Sí, cariño. ¿Sabes, Rocío? En el bosque hay hadas.
-¿Si?
-Y se reunen en el claro que hay en el oeste , a media noche-capto el mensaje. Quiere verme.

En el claro, a media noche. Aún me sorprende que haya puesto a su hija Rocío. Como yo.
-¡Rocío!
-Martín.
Se acerca a mi, corriendo. Intenta, cogerme por la cintura, pero yo me escabullo. Como siempre.
-Rocío... Cuanto tiempo... Yo...
-¿Se tomaron a bien que no hubiera hada?-le dije con rencor.
-Recordaron que lo había dicho borracho-repuso-.Rocío... Háblame.
--¿Qué tal con tu mujer?- pregunté, destilando enfado. Las hadas no solemos enfadarnos.
-Rocío.. Tu no estabas, y Anabel...
-Te curó las penas.
-Rocío..
-Haz cuenta de que no me has visto, Martín. Ten por seguro que no volverás a ver.

Me alejo de él, estirando con dignidad mis 50 cm de estatura. Me voy al Quinto Pino, de vuelta con mi madre. No volveré aquí. Hoy le he visto... Por última vez.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Cuando la vi por última vez...

Corrí, más rápido de lo que me creía capaz, sabedor de que cada segundo que pasaba era un segundo menos para huir. Todo era culpa mía, y en mis manos estaba el remediar, en la medida de lo posible, las consecuencias de lo que había hecho. En mis manos estaba el salvarle la vida.

Por fin llegué al claro dónde habíamos quedado. Me felicité por no haber dicho la hora exacta en la que me encontraría con ella. Dije por la noche, pero nuestra noche era mediodía. Sin embargo, no sabía cuando llegarían ellos. Me dolía lo que le iba a pedir, pero no tenía más remedio. La quería demasiado.

-¡Rocío! ¡Rocío!
-¿Ya estás aquí?-apareció de entre los árboles, como siempre, espléndida, brillante, deslumbrante, hermosa, sonriente.
-Rocío...
-Estás triste, Martín- me dijo dulcemente.
-Ayer...
-Fuiste de fiesta, lo sé. Me lo dijiste ayer.
-Me emborraché, Rocío. No sabía lo que decía, y...
-Y...
-Les hablé de ti. Les enseñé una foto de las nuestras.
-¡¿Qué?!
-Tienes que irte, no pueden encontrarte. No sé cuando vendrán, Rocío.
-No puedo dejarte aquí.
-Te llevarán, Rocío. Nos separarán igualmente. Pero a mi manera serás libre.
-Martín...
-¿Estás triste, Rocío?
-Como no. Sabes que eres algo más que mi mejor amigo.
Sonreí, mirándola tiernamente. Supuse que la pondría muchísimo más triste el decirle que yo también la amaba.
-Tienes que irte, Rocío. No sé cuando vendrán.
-Eso ya lo has dicho.
-Te lo diré más veces si hace falta. Vete.
-¿Lo crees necesario?
-No te lo diría si no fuera así.
Me miró. Supe lo mucho que le costó decir las siguientes palabras.
-De acuerdo, yo... Iré con mi madre. Al Quinto Pino.
Me vi abandonado por la fuerza que me había llevado hasta allí.
-Pero volverás...
-Por supuesto. En cuanto se hayan olvidado de mi. Sabes que esto pone en peligro a toda mi familia.
-Tu gran familia.
-Sí.
-Pero volverás.
-Vuelves a repetirte.
-Lo sé.
-Tranquilo. Me verás antes de que cambie las hojas mi pino-sonrió.
-Como des lugar a que se caigan las hojas de tu pino, será para matarte-yo también le sonreí.
-Te quiero.
-Yo también te quiero.
-Adiós, Martín González Herrera.
-Adiós, Gotas de Rocío en una Laguna- musité mientras ella se alejaba volando entre los árboles.

Fue la última vez que vi la menuda figura de mi amada Rocío, de la familia del Quinto Pino, princesa de las hadas, al menos a mi parecer, y luz que ha guiado mi vida desde aquel día, a mis quince años, en el que le pedí que se alejara de mí.

martes, 22 de septiembre de 2009

Sentimientos

-¿Me odias?
-No.
-¿Me quieres?
-No.
-¿Estás enfadado conmigo?
-No.
-¿Estás encaprichado?
-No.
-¿Entonces...?
-No.
-¿No?
-No. No siento nada.
-Te amo.
-¿Y a mí qué?
-Estoy atada a una silla, rogándote que me sueltes... ¿No te importa lo que sienta con respecto a ti?
-No. No puedo sentir nada...
Sonrió, mirándola llorar.

martes, 15 de septiembre de 2009

Me gustaría haber sido alguien

"Me gustaría haber sido alguien", pensó. "Ojalá pudieran recordarme algún día por haber hecho algo importante. Salir alguna vez en los libros de historia..." Se quedó mirando al infinito, intentando no pensar en nada. Y, como no, vio sus ojos. Sus ojos azules, brillantes, pícaros, tristes, hermosos, profundos, azules. Después de acordó se su sonrisa perfecta, espléndida, preciosa, alegre, deslumbrante, honesta, perfecta. Entonces volvió a su primer pensamiento:"Me gustaría haber sido alguien para poder amarla, para poder satisfacer sus deseos, para poder ser feliz." Perdida otra vez su mirada, escucha su voz, melodiosa, tal y como la había escuchado apenas 24 horas antes:
"-¿Por qué me miras?-le había dicho, divertida.
-Eres la chica más guapa que he visto nunca.
-¿Por qué lo dices?
-¿Es que no te lo habían dicho nunca?
-Sí, pero me gusta que me lo digan...-había sonreído, con su sonrisa perfecta.
-Cásate conmigo.
-¡¿Estás loco?!- se había echado a reir, con su risa cantarina, encantadora-. Me casaré con Sean. Él será un buen médico, descubrirá una médicina capaz de curar el SIDA, saldrá en los libros de historia, todo el mundo sabrá quien es... Y tú eres mi mejor amigo, no puedo casarme contigo."

Miró al vacío que se extendía frente a él, melancólico. "Me gustaría haber sido alguien", pensó, antes de tirarse y dejar escapar su vida.


sábado, 5 de septiembre de 2009

Despedida

Miró por última vez el edificio. Se sonrió, pensando que si hacía dos semanas alguien le hubiera dicho que le apesadumbraría dejar el instituto le habría llamado loco. Pero ahora... Sentía que su vida se escapaba de sus manos, de su control. Y sin embargo, se sentía inmersa en una extraña paz.

Alguien le cogió por el hombró y se dió la vuelta, alerta. Se topó con unos ojos extrañamente azules. Sonrió. Esos ojos se habían convertido en su apoyo para todo lo que había pasado esas dos últimas semanas. No podía imaginarse su vida sin ellos.
-¿Estás lista?
-Sí. Sólo quería...-sacudió la cabeza-. Sentía la necesidad de venir aquí.
-Lo comprendo. Tu vida ha girado alrededor de este edificio los últimos cuatro años.
-No es sólo un edifidio-le miró, molesta.
-¿Ah, no?
-No es... No sé, es donde los estudiantes labran su futuro, conocen gente, hacen amigos, se enamoran...-se volvió hacia el edificio, soñadora.
-No te cuentas entre ellos.
-Ya no.

El peso sobre su hombro desapareció. Le oyó registrar su mochila.
-¿Qué haces?-dijo volviendo la vista hacia él.
-Busco tu cámara.
-¿Por alguna razón en especial?
-Me gustaría inmortalizar el momento. Cuando vuelvas al instituto no te creerás que lo echaste de menos.
-¿Voy a volver?
-Eso espero, Sofía.

Se quedaron en silencio. Volvió a sonreir. Nunca llegaría a acostumbrarse al buen humor y el espíritu bromista del hombre que tenía a su lado. Mirándole a la cara, nadie se hubiera atrevido a imaginar que había sonreido alguan vez.
La iluminación se tornó diferente, más blanca. Ambos miraron hacia arriba.
-Luna llena. Eso es de buen agüero. Debemos partir ya.
-Sí-musitó.

Él la cogió de la mano y comenzaron a andar, rumbo a la estación de tren. Les esperaba un viaje muy largo.



martes, 25 de agosto de 2009

En una carretera.

Buscó una explicación a lo que veía. Tanto dolor, tanto sufrimiento debía ser por una buena razón. No encontró ninguna. Se volvió hacia su acompañante. También tenía la mirada puesta en el infinito, intentando asimilar la escena que se desarrollaba ante ella, quizás. Le puso la mano en el hombro, esperando poder ofrecerle algún consuelo. Ella le sonrió, agradecida. Echando mano al cinto, se adelantaron para enfrentarse a lo que, parecía, se convertiría en su rutina diaria.



Miró a los dos agentes de policía acercarse. Como no, otros metomentodo que no la dejarían hacer su trabajo. Miró a sus compañeros, trabajando a escasos metros de ella. Se fijó en especial en el cuerpo sudoroso de su ayudante personal, el joven Salvador. "Es demasiado guapo para estar aquí", pensó. "Debería estar en mi casa preparando una cena romántica. Los de tráfico llegaron hasta ella. Nuevos. "No os espera nada, chavales".


Miró de reojo a su jefa mientras seguía haciendo el masaje cardiorrespiratorio al joven que yacía en el suelo. Extrañamente, estaba consciente. Vio la mirada lujuriosa que la doctora Sandoval le lanzaba antes de hablar con los polis y sintió un estremecimiento de asco. No debía dejar que sus sentimientos interfirieran en su trabajo, se dijo. pero no deberían dejar que personas como Dolores Sandoval ejerciera la medicina como jefa de ambulancia. No con médicos más jóvenes que ella. Se concentró en su paciente. Debía salvar a su paciente. Costase lo que costase. Aquella era su vocación. Por algo $se llamaba Salvador.


Observó con los ojos entreabiertos al joven médico que intentaba salvarle la vida. "No lo intentes siquiera", quiso decirle."No vale la pena". Podía sentir el fuego a su alrededor, el calor, el ruido... Todo anunciaba muerte. ¿No se daba cuenta? Sentía su llamada cada vez más cerca, y cuán inútiles eran los esfuerzos del niñato ese por evitar lo inevitable. Recordó a Marissa. ¿Lloraría ella su muerte?


Marissa Estem miró la hora. Ese vejestorio de Guillén debería estar allí. Era la primera vez que llegaba tarde. Sonrió. Creía que estaba tan loca por él como él por ella. Pero ella sólo quería el dinero. El dinero que Salva necesitaba. El dinero que le había robado a Adela.


"Esta mujer piensa que somos unos ineptos", pensó Adela García, frustrada. Miró a su compañero, que intentaba hacer entrar en razón a la cincuentona doctora. Era posible que esa noche muriera alguien allí, debían estar presentes. Ella negó. Sus funciones se limitaban a regular el tráfico. Los heridos debían dejárselos a ellos. El joven médico llamó a su jefa. ¿De que le sonaba su cara?


Lejos, muy lejos quizás, alguien observa la escena, sonriente. Mira divertido al joven Salvador Torres, que está intentando salvarle la vida al amante de su novia. Mira también a Roberto Guillén, que está siendo salvado por el novio de la que piensa que es la mujer de su vida. Observa ahora a la joven policía forzada, cuya herencia trata de recuperar su hermana. Lástima que ambas no tuvieran el mismo padre. Quizás entonces Guillén se habría dado cuenta de que la hermosa Marissa sólo quiere vengarse por la gran estafa al banquero Francisco García.
Mira entonces a los dos invitados de la obra. El joven Arturo Pérez, policía, enamorado de Adela desde la academia. Dolores Sandoval, doctora jefe de Ambulancias, cuya vida sentimental esta plagada de fracasos y que se consuela pensando en sus pupilos. Suelta una carcajada. Qué divertida la vida de los mortales vista desde arriba, concluye. Qué divertida.

domingo, 16 de agosto de 2009

Jeannine

Jeannine solía repetirme hasta la saciedad que nunca somos alguien hasta que lo perdemos todo y comprendemos que en realidad somos nadie... No lo comprendí hasta que un día se esfumó. Desapareció. Sin dejar rastro. Pasaron tres años sin una llamada ni un e-mail. Nada. Intenté contactar con ella de todas las maneras posibles, pero después de un año de infructuosa búsqueda, desistí. Mi amiga siempre había sido muy voluble, y quizás había tenido un arranque de locura y se había ido a vivir a alguna comuna hippie. Pese a que me costó admitir que la estudiante de derecho más promentedora que conocía dejase la carrera por alguna idiotez, entraba dentro de la lógica de mi amiga. Ya podéis adivinar la sorpresa que fue el que me llamara tres años despúes de su desaparición.
-¿Avril?-me dijo cuando cogí el teléfono-. ¿Avril, eres tú? Soy Jeannine.
-¿Jeannine? ¿Jeannine Maréchal?
-¿Conoces a más Jeannines? Claro que soy yo, Av. Me alegra que no hayas cambiado de móvil.
-¿Dónde has estado? Te llamé...
-Tiré el móvil. Lo siento. No vi tus llamadas.
- ¿Y por qué...?
-¿...te llamo?-completó-. Av, te necesito. Urgentemente.
-Estás más rara que de costumbre.
-Porque no me has visto-la oí reír al otro lado del teléfono-. ¿Sigues viviendo en la residencia?
-¡No! Ya acabé la carrera. Ahora vivo en París-le di la dirección.
-De acuerdo, voy para allá. Yo también estoy en París. Nos vemos en diez minutos.

Llegó exactamente a los diez minutos. Pero no era la Jeannine que yo conocía. Ya no. Era... La sonrisa era la misma, y también sus ojos, pero había algo en su mirada... Y la forma de vestir. La Jeannine que yo conocía vestía las ropas del mercadillo hippie, se peinaba con dos golpes de peine, dejando sus cabellos rebeldes sueltos, con la excepción de las rastas que André, su compañero de clase, le hacía de vez en cuando. La chica que yo tenía ante mí no era nada de eso. Vestía un traje de Prada de seda (mi madre era modista, sé de lo que hablo) y unos Jimmy Choo en los pies. Para rematar la jugada tenía su pelo (su precioso y rebelde pelo, toda una seña de identidad) recogido en un moño realmente elegante, pero que le daba un aspecto de seriedad poco común en ella. Supongo que detectó mi vacilación, porque sonrió más todavía y habló con la voz que yo tanto apreciaba.
-Venga, Avril, no seas así. Soy yo, ¿que más quieres?
-Dios mío, Jeane, no me lo puedo creer. ¿Llevas ropa de marca?
-Y un anillo de diamantes-me lo enseñó-. Oye me encanta tu casa-comentó entrando-, ¿es tuya?
-Del banco en realidad. ¿Nos sentamos?
-Sí.
Nos quedamos ambas en silencio. Ella estaba tan irreconocible...
-¿Que tal tu vida?
-Bien-sonrió-. ¿No me vas a preguntar por qué me fui? ¿O por qué llevo esto?-se señaló las ropas-. Avril, di algo.
-Llevo tres años sin verte ni hablarte. Supongo que lo que me tengas que decir me lo dirás tu sola.
-¿Es rencor lo que oigo en tu voz?-ironizó-. Tu también has cambiado, Av. Aunque no lo veas.
-Yo no llevo zapatos de marca.
-¿Es por los Jimmy Choo? Si quieres te los doy. Es mi marido quién...
-¿Tu marido?
Asintió, sonriendo. Retorció los dedos de las manos, gesto que indicaba que estaba nerviosa...y feliz. Jeannine Maréchal, la de "el amor sin ataduras es lo mejor de la vida", casada y feliz.
-No lo entiendo.
-Oh, Av. Me habría encantado que vinieras a mi boda, pero cuando tiré el móvil... Bueno, no me acordé de la agenda y no tenía ni tu número ni tu dirección para decírtelo.
-Jeane...
-Lo sé, Avril, lo sé. Fui una inconsciente, una tonta, pero... Me di cuenta de que no tenía sentido, de que nada tenía sentido. ¿Para que estudiar derecho si no crees en aquello por lo que vas a luchar en un futuro? Decidí dejarlo todo...
-¿Y adónde fuiste?
-A América, Av. Donde van todos los soñadores. Y allí... Allí conocí a Jack.
-¿Jack?-arqueé las cejas.
-Encontré alojamiento con una pareja hippie que tenía un huertecito. Ninguno trabajaba, pero me dijeron que con lo que sacaban de la tierra les daba para vivir, y que podría vivir con ellos si trabajaba para ganarme el pan. El huertecito solo daba lo justo, pero yo sentía que lo que hacía servía para algo. Así estuvimos un año, hasta que a nuestra pequeña familia se unió un miembro más.
-Jack.
-Jack-asintió-. Dijo que estaba harto del materialismo de su mundo y que quería acogerse a nuestro modo de vida. Ya sabes lo que pensaba del amor libre, a él le pareció bien, hasta que...
-Que...
-Nos dimos cuenta de que ya no lo hacíamos libremente, Av. Lo hacíamos porque nos gustaba estar juntos, porque nos queríamos. Y así pasoó otro año. Enamorada hasta las trancas de un hombre del que solo sabía que se llamaba Jack-hizo una pausa para beber la coca-cola que le había sacado-. Pero, después de un año de felicidad, llegaron unos hombres a nuestro hogar. Hablaron con Jack y se fueron. Después él me dijo lo que pasaba: su hermano mayor y su padre habían muerto y él había heredado toda la fortuna familiar-las lágrimas acudieron a sus ojos, pero ella las reprimió-. Me dijo que era su deber acudir al rescate de la empresa familiar, que no podía dejar al mando al tirano del amante de su madre. También me dijo que no se iría sin mí. Se enjuagó las lágrimas-. Y que si me casaba con él.
-Y tú aceptastes.
-¡Claro que acepté!
-Y ahora no eres feliz. Ya no le quieres.
En el fondo seguía siendo Jeannine, mi mejor amiga. Sabía que era capaz de todo por amor, y lo había demostrado. Pero era igual que una niña y se ilusionaba fácilmente. Si ñel había cambiado...
-No es eso, Avril, yo... Yo le quiero igual que siempre, si cabe aún más, pero... ¡Mírame! Voy vestida de Prada, llevo un peinado de mil, ¿me oyes? Mil quinientos euros. Asisto a desfiles de moda, cenas de negocios, me codeo con la créme de la créme de todo el mundo. ¡El mes pasado conocí a Orlando Bloom! Pero...
-Esa no eres tú.
Sonrió.
-¿Ves, Avril? No he cambiado tanto... Es solo que... Él se desvive por mí, me compra las cosas más caras, yo creo que para compensarme... ¡Y no entiende que así no arregla nada!
-¿Has hablado con él?
-¿Qué le digo? ¿Qué es una pesadilla vivir rodeada de lujo? Av...-rompió a llorar.
La abracé. Como cuando se murió Alitas, su loro. La abracé porque era el único consuelo que le podía dar.
-¿Qué puedo hacer por tí, Jeannine?-dije cuando se hubo calmado.
-Av... ¿me dejarías unos vaqueros?
La acompañé a mi habitación y le mostré el armario. Seguíamos teniendo la misma talla. Se quitó la ropa cara y se puso unos vaqueros desgastados y una camiseta. Acto seguido, fue al cuarto de baño y deshizo su carísimo peinado.
-¿Crees que podríamos ir al cine?
-Claro. Echan una de Johnny Depp que tengo ganas de ver-le contesté desde mi cama.
-Pues vamos.
La Jeannine que salió del baño se asemejaba más a mi mejor amiga. Su pelo estaba liso, sí, pero no quedaba una gota de maquillaje en su cara.

-Oye-me dijo cuando salimos del cine-. ¿Cumpliste tu sueño de dormir en el Ritz?
-No...-sonreí-. De momento estoy intentando pagar la casa y el coche.
-Pues hoy duermes conmigo.
Cogimos un taxi hasta el Ritz de París. Entramos y Jeannine se identificó.subimos hasta una de las suites.
-Dios mío, Jeane, esto es un sueño-dije tirándome sobre la cama.
-Eso pensé yo los seis primeros meses. Después...-se tumbó a mi lado-.Necesito volver a mi vida normal. Un poco.
-¿Para eso me necesitabas?
-Sí-sonrió.
-¿ Y no me necesitas, no sé, para comprar ropa? Unos pantalones de Levi's no le vienen mal a nadie.
Rompió a reír. Me alegré secretamente de que aún tuviera el mismo humor de antes.
-Hemos venido a París por una reunión de trabajo. Jack se ha ido a Los Angeles justo después, pero yo me he quedado para verte a tí.¡Ah!Será mejor que sepas que ya no soy Jeannine Maréchal, sino Jeannine Sandman.
-¡Qué elegante! Oye, señora Sandman, ¿por qué no le dices a Jack Sandman que en vez de vestidos de Gucci quieres vaqueros de Levi's? Si el se siente bien comprando ropa cara, que la compre, pero a tu estilo.
-¿Mi estilo? Mi estilo es de mercadillo...

Oímos la puerta abrirse y nos incorporamos, asustadas. Una voz varonil llamó a mi amiga.
-¿Jeannine?
-¡Jack!
Se levantó corriendo y yo la seguí, curiosa. Quería ver al hombre que tanto quebraderos de cabeza daba a mi amiga.
Cuando llegué al recibidor de la suite me encontre a Jeannine abrazada al hombre más guapo que había visto en mi vida. Enfundado en un traje de Hugo Boss, parecía un modelo de pasarela caído del cielo más que un ex-hippie.
-Hola-saludé, tímidamente.
-Hola-contestó.
-Jack, esta es Avril, mi mejor amiga. Avril, Jack.
Le podría haber dado una pausa dramática a la presentación, porque a lo mejor aliviaba la tensión. Jack me miraba fríamente, como para darme a entender que no era bienvenida.
Jeannine recordó que había dejado el bolso en recepción y nos dejó a solas. Seguía teniendo el mismo tacto de siempre, es decir, ninguno.
-¿Hace mucho que conoces a mi mujer?-me preguntó. Recalcó el mi de forma bastante ostensible.
-¿Te sientes amenazado?-contesté, sorprendida.
Me di cuenta de que era cierto en cuanto lo dije. ¿Son todos los hombres igual de primitivos?
-Márchate antes de que te vea y no vuelvas a aparecer por nuestras vidas.
-¿Por qué?-respondí, provocativa.
-Ella es muy sensible, Avril-pronunció mi nombre con desdén-. No necesita a ninguna amiga que la ponga en contra mía.
-Ha sido ella quién me ha llamado, Jack. Porque me necesitaba. Porque necesitaba ponerse unos vaqueros y una camiseta de menos de veinte euros. Porque necesitaba ir al cine como la gente normal. Y, o mucho me equivoco, o eso no se lo puedes dar tú, Jack Sandman.
-¿Qué?
-Ella te quiere, chaval. Pero si la obligas a ir de Prada todos los días al final la perderás-terminé de cabrearme y empecé a gritar-. Así que antes de echar a las amigas de tu esposa porque creas que pueden amenazar tu felicidad conyugal, donde eres tú quien decides con quien se relacina Jeane, piensa si esas relaciones la hacen feliz. Renunció a su idílica existencia en esa caravana hippie por ti, imbécil. Y tu se lo pagas con vestidos de Gucci y pendientes de Tiffany's. Demuestras conocerla bien poco.

Cogí mi bolso y me marché. El día siguiente Jeannine me llamó para preguntarme por qué me había ido. Le dije que me había acordado de una cita. Cuando seis meses después volvió a París, me dijo que su marido había empezado a tratarla de forma diferente. Vino con unos vaqueros Levi's y una camiseta de deporte. Y su pelo, como siempre. La vi completamente feliz. Y la noticia que me dió hizo que me sintiera completamente segura de mi opinión.

Ahora, un año después, voy a EEUU para asistir al bautizo de Avril Jeane, la hija de Jeannine y, en unos días, mi ahijada. Junto a mi, el padre de la criatura, un hombre feliz y agradecido por haber contribuido a la felicidad total de su matrimonio. He de decir que es tan simpático como me lo había imaginado cuando Jeannine me hablaba de él. Y yo me alegro de haber encontrado a mi mejor amiga, y de acudir al bautizo de su hija con un vestido de Carolina Herrera hecho para la ocasión, cortesía de Jack Sandman y complementos de mercadillo, para hacer honor al nuevo estilo de mi amiga. Me consta que la echaron de diversos desfiles de moda por su ropa. Pero eso es otra historia.

Jeannine lo perdió todo y encontró la felicidad. Una felicidad tan plena que la contagia doquiera que va. Jeannine es la prueba fehaciente de que la suerte existe... si eres capaz de arriesgarlo todo.


domingo, 9 de agosto de 2009

Pequeña crónica de un beso por Eduardo Sandoval, caballero de la hacienda de Serranías

Con un alma de poeta, me dijo. Que si yo podría hacerlo. Naturalmente que le contesté que no. No soy poeta, le dije. Soy solo un pobre literato más bien muerto y olvidado, ni alma ni tres cuartos. Poeta, ni más ni menos. Ni que fuera destrozando malos sonetos por las calles. Pero me insistió. Y todo el mundo sabe que cuando Cecilia de Santos, señorita hermosa y recatada, te pide algo acariciando el cordón que sujeta su blusa, es imposible decir no. Así que le recité, lo mejor que pude, esos versos que me pedía, y se los recité "con alma de poeta". Y un par de cojones, todo hay que decirlo. La dulce rosa de tus labios,/ y los rayos de tus ojos, / mi amor te regalo/ el más profundo de mis sonrojos, y cursiladas del tipo que una americana de apellido Sand compuso para destrozar mis oídos. Pero a ella le gustó, y, dignándose a levantarse su sofá, sin dejar de abanicarse en ese caluroso día de verano, se sentó sobre mis rodillas, con los pechos a la altura de mis ojos. No es que yo sea bajo. La señorita de Santos, fruta prohibida probada por la gran mayoría de los caballeros de la región de Castilla, se inclinó sobre mi hombro para susurrarme al oído que yo era el caballero más encantador que había conocido, que mi manera de recitar los versos de la americana eran absurdamente encantadores y el movimiento de mis labios, lo más seductor que había visto nunca. Yo empezaba a sentir palpitaciones en todo el cuerpo, con la sangre en mis venas circulando como si de una autopista se tratase, pero ella seguía hablando. Cecilia, belleza sobrenatural encantadora de serpientes, me susurró al oído que estaba muy sola, que necesitaba compañía, y nadie mejor que yo para cumplir esa función. Así, cogió mi cara entre sus delicadas manos y depositó sus labios sobre los míos, primero suavemente, después con una pasión y una lujuria que me desbordaba, a mí, hombre de mundo y de mujeres. Siguió desbordándome hasta que, media hora más tarde, salí de su hacienda por la puerta de atrás, arreglándome la camisa.Por poco había escapado de Don Jaime de Santos, padre de la virtuosa (en todos los sentidos) joven. me monté en mi caballo, calculando la experiencia de la señorita Cecilia en función de los caballeros de la zona y, sorprendido, recordé que mi viejo padre solía venir por la hacienda de Santos y que sus visitas se hicieron más frecuentes cuando Cecilita, como llamaba a su ahijada, cumplió las dieciséis primaveras. La inocente Cecilia de Santos y el bondadoso Rodolfo Sandoval. Quién lo hubiera dicho.


lunes, 27 de julio de 2009

Asturias

He pasado esta última semana en Asturias... Realmente ha sido increíble. No lo digo porque haya conocido al chico de mi sueños (que es que no, por si alguien se lo pregunta), sino porque pasé de los sofocantes, agobiantes, sudorosos, pegajosos, asquerosos, acalorantes y asesinos 45 grados de murcia a unos maravillosos 2o grados que me obligaban a dormir con una manta...

De todos modos, creo que si ahora mismo me hicieran un test psicológico de esos en los que tienes que decir lo primero que se te pase por la cabeza tras oir una palabra y esa palabra fuera asturias, creo que lo primero que diría sería verde. O vacas. O vacas verdes...

Lo de las vacas fue muy surrealista. Subíamos los Picos de Europa para ver los lagos de Covadonga (no tiene ningún desperdicio, os lo aseguro) por una de las tipicas carreteras de montaña en la que caben dos coches muy justos y de repente se te cruzaba una vaca. Atascos por la vacas...

Mañana sigo. Tengo ciertos compromisos...XD

sábado, 27 de junio de 2009

Il lungo addio

Este junio ha terminado una etapa muy importante de mi vida. Bueno, supongo que la de todos... Este año he terminado la ESO y es como si... como si no quisiera... Tengo todos los libros de este año aún en la estantería, sin atreverme a guardarlos. Es demasiado...

Siento como si al hacerlo desaparecieran estos cuatro años llenos de... no tengo ni idea de que estaban llenos (que alguien lo diga si se le ocurre), pero ir descubriéndonos los unos a los otros, madurando con las idioteces que nos hacen tan especiales es algo que jamáshubiera pensado que pasaría cuando hace cuatro años entré al instituto. Qué demonios. Muchas veces pienso que habría sido de mi vida, de mi misma, si me hubiera quedado en Cartagena, si al final me hubiera quedado en el Vicente Medina, si ese 14 de septiembre, cuando anunciaban los alumnos pertenecientes a 1ºBI no me hubiera acercado a Elena porque era la única a la que conocía y estaba tan sola como yo en medio del patio (que triste nuestra vida...).

Supongo que ese momento, junto a un trabajo que nunca olvidaré en el cual tuvimos que recortar 50 estrellitas para que comprendieran la bandera de EEUU, han marcado mi existencia en el instituto. Como dice mi querídisimo ex-amigo, somos únicos, irrepetibles, inconfundibles, irreverentes (vale, esta me la he inventado yo) y otras muchas cosas que nos hacen especiales y que hacen que nuestra amistad no se pierda nunca.

Espero que este largo adios mío a los indescriptibles años de Educación Secundaria Obligatoria se transforme en un hola a los estupendos y venideros años del Bachillerato.

Termino con un hecho insólito: en todo lo que he tardado en escribir esta entrada no he tenido que cambiar una sola vez la canción del itunes. ¡MILAGRO!

Chicos gracias por haberme dado cuatro años mágicos, en especial este último, que ha sido especial.

Os quiero!!! Elena, Juan Felipe, Guadalupe, Diana, Oto, Eli, Vero... Y todos los que no me da tiempo a poner!!;-)

martes, 23 de junio de 2009

Un verbo conjugado en tres tiempos

Todos los que me conocen conocerán al gran Federico Moccia, un escritor italiano xapaz de hacer que una historia de amor al más puro estilo Romeo y Julieta se torne real, creíble. Los tres libros que han editado suyos en español son geniales, y su estilo narrativo es realmente... ¿inovador?

El caso es que, hace un momento, pensando sobre el gran dilema que es el amor (seguro que más de uno ha pasado sus ratos muertos haciendo lo mismo que yo), me he acordado de una frase que Moccia puso en boca del padre de Nikki en Perdona si te llamo amor, hablando con su amada esposa: "Toda mi vida se resume en un verbo conjugado en tres tiempos: te amé, te amo, te amaré".

No creo que esa frase se me olvide nunca. Es posible que la haya versionado, pero la esencia es esa. Me gustaría que tener la oprtunidad de decirselo a alguien alguna vez, y no conocer a nodie que me haga dejarla de lado.

Por que esa frase resume lo que es yo. Toda mi ilusión por la pureza del amor lo dice ese verbo conjugado en tres tiempos.

lunes, 22 de junio de 2009

Una última voluntad

Sé que no somos nadie. No somos ni ángeles ni demonios, ni animales ni personas. No estamos muertos ni vivos, ni siquiera estamos no-muertos. Si tenemos en cuenta toda esta lista de de certezas, empezamos a patinar por el terreno de las hipótesis. Así pues, ¿qué somos? Mi padre me dijo una vez que el vampiro se alimentaba de sangre para estar más cerca de la vida. Y yo siempre le preguntaba qué vida buscaba.

Mi padre solía sonreir y miraba a la fotografía de mi madre, susurrándome que la verdadera vida era dificil de encontrar y que solo el amor nos ayudaba a vivir. Nunca lo entendí. Hasta ayer.

Su mirada se cruzó con la mía un instante y sentí como mi corazón, por primera vez en 25 años, comenzaba a palpitar de un modo extraño, rápidamente, como un caballo galopando libre por una llanura. Por primera vez en 25 años , me sentí realmente viva.

Empecé a correr hacia a él, sorteando todos los obstáculos que se encontraban en mi camino. Él, sin embargo, seguía el suyo, sin esperarme, sin haberse percatado de mi existencia. Cuando estaba a apenas tres metros de él, mi... no sé bien como llamarlo ¿mi vida? ¿mi amor? ¿mi sentido? Es extraño, no debería ni moñestarme en buscarle un nombre, por que cuando me quedaban tres metros para alcanzarle, se metió en un vagón del metro, en el último momento, y cuando llegué junto a las vías, el tren ya se alejaba por el oscuro túnel.

Sé que no somos nadie. No estamos ni vivos ni muertos. El amor o el odio son simples caprichos de dioses a los que no les importamos nada, que solo buscan divertirse a nuestra costa. No es una hipótesis. Es una realidad tan grande como el universo.

Estoy cansada. Cansada de ser una marioneta sin vida, a quién manejan sin control. No volverán a desilusionarme, no volverán a mostrarme la felicidad para luego quitarmela de golpe. Lo siento, muchachos, dioses todopoderosos, vais a perder a una de las almas a las que más os gusta torturar. Adios, amigos, buscad a mi chico y decirle que le amé durante un día de mi no-vida y no-muerte, y que le voy a amar durante toda mi eternidad.

Jenny

martes, 16 de junio de 2009

En una fiesta


Buscó con la mirada un auténtico hito. No vio ninguno, ni siquiera uno de mentira. Todos nos hemos visto alguna vez en esa situación, en una fiesta sin conocer a nadie, pero sin nadie a la vista a quien merezca la pena hablar. Así pues, empezó a pasear por la sale, prestando atención a cada persona que danzaba, bailaba, reía o coqueteaba. Se fijó en una chica que hablaba con alguien. Un corro de gente le tapaba el ángulo de visión. Se movió un poco con el fin de satisfacer su curiosidad y descubrió a un joven apuesto, bien vestido. El chico levantó la cabeza y, durante un instante sus miradas se cruzaron. Ella se quedó sin respiración y su corazón se encogió. Eran los ojos más azules que había visto en su vida.

Continuó andando, huyendo de esa mirada que amenazaba con arruinarle la vida. El color azul empezaba a invadir su mente. Cerró los ojos y se apoyó en la pared, intentando poner en blanco su mente, olvidar la mirada que amenazaba con enamorarla. No estaba bien. Ella...
-Hola
Era una voz dulcisíma y no pudo resistirse a abrir los ojos. Allí estaban, esos ojos azules.
-Te he visto hace un momento. ¿Te conozco?
-Quizás.
-¿Quizás?
-¿No me recuerdas?
-¿Debería?
-Quizás.
-Me gustas, ¿sabes?
-Ya...
-Tienes los ojos más bonitos que he visto nunca.
-No es la primera vez que lo dices.
Se sorprendió de haberlo dicho. Realmente acababa de acordarse. De otra cosa más. Los ojos azules le seguían mirando.
-Eres rara, ¿sabes?
-No es la primera vez que me lo dicen-admitió.
-Aunque...-sus ojos se quedaron desenfocados un instante-. Te quiero-dijo sorprendido.
-¿Tu también lo recuerdas?- esta vez se sorprendió ella.
-No... No sé... ¿Lucía?
-¿Pedro?- por fin se acordó de su nombre.
-Te quiero-repitió.
Lucía sonrió y se acercó a él. Pedro la cogió de la cintura y la besó suavemente. Todos los recuerdos acudieron a ellos como un torrente, embriagándolos con una pasión que hacía mucho que no sentían.


sábado, 13 de junio de 2009

OTRA CONVERSACIÓN


-Mátame...
-¿Por qué?
-¿Por qué...? ¿Aún lo preguntas? ¿No te parece suficiente?
-¿Suficiente el qué?
-¡Esto!
-Esto no es nada, cielo. Espera a ver lo que te pasará mañana.

Sonrió cruelmente y desapareció, dejándola sola y llorando.




jueves, 4 de junio de 2009

COMENTARIO

Hola a todos!!!! ya se que es una tontería muy grande y demás, pero como me hace mucha ilusión, voy a colgar el video de Se lo que hicisteis... en el que sale mi comentario. Lo k es el momento concreto del "chiste" dedicado a mi pequeña aportación empieza en torno al minuto 3 y medio, por si no os quereis tragar la paranoia de la defensa personal(vedlo si teneis tiempo y os aburris, no esta mal). Bueno, allá va:

Bueno, por si a alguien le interesa (todos los que han visto el video me lo han preguntado- aunque el numero se reduzca a 3), explico la razón del nick, Adler. Resulta que Irene Adler, cuya implicación en el relato se limitaba a que se había liado con un alto cargo del gobierno inglés, fue la única persona copaz de adelantarse al gran Sherlock Holmes, y por tanto todo un hito de la literatura.

Por cierto, no os dejeis engañar por la peli que saldrá pronto en cines, porque Holmes era un misógino e Irene Adler estaba enamorada de su ministro... Así que NUNCA hubo NADA entre ellos. Dios, que a gusto me he quedado...

Ciao!!!!

jueves, 28 de mayo de 2009

MEMORIAS DE UN EXAMEN PARISINO

La desesperación antes de un examen es bastante común, y es normal que la creatividad se reduzca a lo mínimo, pero nosotros somos como somos, ¿verdad? Así que del recreo antes del examen de francés surgió esta poesía digna de... Bueno, digna de nosotros, XD.

MEMORIAS DE UN EXAMEN PARISINO

Nosotros necesitamos
un campo lleno de estiércol,
en el cual poder depositar
nuestra mierda intelectual.


Copyright by... US


lunes, 25 de mayo de 2009

JACK




MIRAD!!!
Es el chico de mis sueños... Bueno, no exactamente somo lo imaginaba, pero es él. Con mayúsculas. ÉL. Jack.Guapo, valiente, timido, hábil con la espada, cariñoso, buen padre, buen novio, buen enemigo, buen dragón.... ¡Si es k es bueno en todo, incluso haciendo las cosas mal!, XD.

Hoy la entrada es un poco churro, pero bueno, no doy para más...

Para terminar, os dejo la letra de la canción Right here waiting, que es la que canta Jack en La Resistencia y que cada vez que la escucho me acuerdo de él. (En cuanto aprenda subo el video):

Oceans apart day after day
And I slowly go insane
I hear your voice on the line
But it doesn't stop the pain

If I see you next to never
How can we say forever

Wherever you go
Whatever you do
I will be right here waiting for you
Whatever it takes
Or how my heart breaks
I will be right here waiting for you

I took for granted, all the times
That I though would last somehow
I hear the laughter, I taste the tears
But I can't get near you now

Oh, can't you see it baby
You've got me goin' CrAzY

Wherever you go
Whatever you do
I will be right here waiting for you
Whatever it takes
Or how my heart breaks
I will be right here waiting for you

I wonder how we can survive
This romance
But in the end if I'm with you
I'll take the chance

Oh, can't you see it baby
You've got me goin' cRaZy

Wherever you go
Whatever you do
I will be right here waiting for you
Whatever it takes
Or how my heart breaks
I will be right here waiting for you



Bye!!!!!!

sábado, 23 de mayo de 2009

CONVERSACIÓN

-I wanna leave this place.
-Don't look for the exit, I destroyed it.
-Why?
-I want you to stay with me.
-I love you.
-I love you too.
(kiss)


A kiss just a kiss, de Sindria Segura

En un principio escribí esto en inglés, así que he querido ponerlo en versión original, pero para aquellos a los que el inglé no se les dé muy bien (y no las tengo muy conmigo, porque la conversación es sumamente facil, aunque no tenga sentido), he aquí la traducción:

-Quiero salir de aquí.
-No busques la salida. La destruí.
-¿Por qué?
-Quiero que te quedes conmigo.
-Te quiero.
-Yo también te quiero.
(beso)


Ya se que tiendo mucho al romanticismo, y que lo que iba a ser un secuestro se convirtió en algo raro... Os dejo a vosotros que imagineís que pasó con estas dos personas. Ciao!














lunes, 18 de mayo de 2009

hello everybody!! or anybody, because...

bueno, es mi primera entrada entrada en el blog y prometo actualizar siempre k me apetezca (XDD)

ya ire decorando la pagina, se va a kedar de muerte cuando termine con ella

la proxima entrada me la trabajo más, i promise.