jueves, 24 de septiembre de 2009

Cuando la vi por última vez...

Corrí, más rápido de lo que me creía capaz, sabedor de que cada segundo que pasaba era un segundo menos para huir. Todo era culpa mía, y en mis manos estaba el remediar, en la medida de lo posible, las consecuencias de lo que había hecho. En mis manos estaba el salvarle la vida.

Por fin llegué al claro dónde habíamos quedado. Me felicité por no haber dicho la hora exacta en la que me encontraría con ella. Dije por la noche, pero nuestra noche era mediodía. Sin embargo, no sabía cuando llegarían ellos. Me dolía lo que le iba a pedir, pero no tenía más remedio. La quería demasiado.

-¡Rocío! ¡Rocío!
-¿Ya estás aquí?-apareció de entre los árboles, como siempre, espléndida, brillante, deslumbrante, hermosa, sonriente.
-Rocío...
-Estás triste, Martín- me dijo dulcemente.
-Ayer...
-Fuiste de fiesta, lo sé. Me lo dijiste ayer.
-Me emborraché, Rocío. No sabía lo que decía, y...
-Y...
-Les hablé de ti. Les enseñé una foto de las nuestras.
-¡¿Qué?!
-Tienes que irte, no pueden encontrarte. No sé cuando vendrán, Rocío.
-No puedo dejarte aquí.
-Te llevarán, Rocío. Nos separarán igualmente. Pero a mi manera serás libre.
-Martín...
-¿Estás triste, Rocío?
-Como no. Sabes que eres algo más que mi mejor amigo.
Sonreí, mirándola tiernamente. Supuse que la pondría muchísimo más triste el decirle que yo también la amaba.
-Tienes que irte, Rocío. No sé cuando vendrán.
-Eso ya lo has dicho.
-Te lo diré más veces si hace falta. Vete.
-¿Lo crees necesario?
-No te lo diría si no fuera así.
Me miró. Supe lo mucho que le costó decir las siguientes palabras.
-De acuerdo, yo... Iré con mi madre. Al Quinto Pino.
Me vi abandonado por la fuerza que me había llevado hasta allí.
-Pero volverás...
-Por supuesto. En cuanto se hayan olvidado de mi. Sabes que esto pone en peligro a toda mi familia.
-Tu gran familia.
-Sí.
-Pero volverás.
-Vuelves a repetirte.
-Lo sé.
-Tranquilo. Me verás antes de que cambie las hojas mi pino-sonrió.
-Como des lugar a que se caigan las hojas de tu pino, será para matarte-yo también le sonreí.
-Te quiero.
-Yo también te quiero.
-Adiós, Martín González Herrera.
-Adiós, Gotas de Rocío en una Laguna- musité mientras ella se alejaba volando entre los árboles.

Fue la última vez que vi la menuda figura de mi amada Rocío, de la familia del Quinto Pino, princesa de las hadas, al menos a mi parecer, y luz que ha guiado mi vida desde aquel día, a mis quince años, en el que le pedí que se alejara de mí.

4 comentarios:

  1. K bonita... Es verdad lo k dijiste sobre esta historia. Es SUPERBONITA. Pero es demasiado.... clásica, x así decirlo. Pero bonita es.

    ResponderEliminar
  2. Por qué quiere que se vaya de su lado? :(

    Qué tipo de fotos son? Comprometidas? jajaja ;D

    ResponderEliminar
  3. No lo había pensado... Digamos que son fotos comprometidas para mantener el interés.;)

    Y quiere que se vaya de su lado para que no hagan experimentos genéticos con el hada, porque la quiere mucho.

    Otro día escribiré la versión de Rocío. Más tarde, diez años después, por ejemplo...

    ResponderEliminar
  4. Como molaría eso!!!! Lo de la versión de Rocío, digo. Experimentos genéticos??? Pos vaya cosa...

    ResponderEliminar